Hay varios capítulos de “Viento de furioso empuje”
(a la venta en Amazon) en los que se producen hechos que podrían catalogarse de
milagrosos y que afectan sobre todo a Tariq ben Ziyad, el brillante militar
rifeño que sobrepasó en mucho las directrices de su superior, el emir Musa, y encabezó
la conquista de la Hispania visigoda. Cuenta la leyenda que Tariq solo obedecía
órdenes de Sulaymán, el príncipe heredero de la dinastía Omeya.
Capítulo XXII. Contentaforajidos
Recuerdo que la caravana en la que viajaba,
aprestada para afrontar ciertos peligros, avanzaba a través de un gran valle.
La ciudad de Hamadán se hallaba a la vista y todo hacía pensar que antes del
anochecer llegaríamos a sus puertas. No se me olvidará nunca la distribución de
la caravana. Las bestias, atadas de a cada cinco, iban agrupadas en cuatro
recuas, camellos en el centro y mulas o borricos a los costados. Cada quince o
veinte animales se situaba uno de los caravaneros, por si fuese preciso cortar
las traíllas en el caso de que un fardero cayera o se hiciera necesario
retornar a la fila a cualquier hato de animales espantados por una alimaña.
Algo rezagado, en la mejor situación posible para
evitar el polvo, avanzaba un reducido grupo de mujeres, sirvientes y esclavos,
junto a los que yo viajaba. Y cerrando este segundo grupo, algunos guerreros.
En la vanguardia y en las alas, alejados de las reatas con el fin de avisar a
tiempo de cualquier peligro, se situaban otras tres partidas de guardianes de
unos treinta hombres cada una. La gran caravana, en su conjunto, sumaría más de
seiscientas personas y otros tantos farderos…
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