De la novela “Viento
de furioso empuje” (a la venta en Amazon) extraigo hoy unos párrafos del inicio
del capítulo XVI que aluden al encuentro entre los musulmanes y los visigodos
de Ceuta, entre los cuales figura nada menos que Witerico, quien más adelante
queda definido por su recia personalidad.
Capítulo XVI. Witerico
Había transcurrido demasiado tiempo desde
que la última azalá fue rezada. Para entonces, músicos y siervos de la gran
tienda acumulaban no pocas horas de esfuerzo a pie de instrumentos y oficios.
De vez en vez, algunas notas descarriadas surgían quejumbrosas, como producidas
por instrumentos insolentes que los componentes de la banda no eran capaces
de dominar. De otro lado, miradas adormecidas o suplicantes apuntaban
insistentes en dirección al valí. Los sirvientes, igual que los músicos,
reclamaban así la conclusión de una velada que se había dilatado en exceso.
Tariq reparó al fin en la situación de sus servidores y les hizo señas autorizando
a que se retirasen. Solo unos pocos hombres de la guardia y algún lacayo permanecieron
en el interior del gran aposento, el resto abandonó presuroso el lugar antes
de que el infatigable rais decidiese cambiar de opinión.
Sobrevino
el silencio. La música dejó de sonar justo en el instante en que los godos se
acercaban al encuentro del jefe beréber, con el que había permanecido Yunán. Un
encuentro que resultaba harto extraño en horas tan avanzadas, si bien el
interés de ambas partes en la negociación le conferían normalidad.
Bogud
penetró solemne en la gran tienda y anunció la presencia de los gotones. Tariq
les saludó con un gesto tradicional. Se puso en pie y se llevó escalonadamente
la mano derecha hasta la altura del corazón, la boca y la frente, mientras
profería palabras de acogimiento hacia los
visitantes.
—Me
alegro de veros. Bienvenidos[1] a esta
sencilla tienda que os ruego consideréis propia.
[1] Tariq decide no usar con
los cristianos la fórmula tradicional musulmana: “La paz sea contigo” (al-salám
alayka). El término salám incluye deseo de salud eterna
que no es apropiado formular a seres de otra religión.
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