Yunán,
el personaje principal de la novela es un jerife, es decir, un noble. Consideré
necesario ubicarlo en ese grupo social, depositario de la cultura de la época, debido
a que la clase media apenas existía en el siglo VIII, y mucho menos en un
Imperio islámico que se expandía a la velocidad de los corceles y absorbía numerosa
población de diversas etnias. Otra razón para la alta alcurnia de Yunán, fue
adjudicarle una educación esmerada acorde con su rango, eso sí, a partir de su
condición de hombre estudioso y reflexivo e influenciado por el visir Sufián, su padre.
Aclararé
un poco más: Jerife procede del árabe šarīf: noble.
A
los descendientes de la familia del profeta Mahoma se les denominaba jerifes
(nobles por excelencia) y solían ser tratados con gran respeto, sobre todo
dentro de la rama chiita. Aún está bastante extendida la costumbre. Incluso hay
reyes, como el de Marruecos, que se adjudican a sí mismos la condición de
jerife, es decir, descendiente de Mahoma. Según la tradición, el jerife lleva
aparejada la gracia carismática de la baraca: don divino o bendición de Dios.
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