En algunos pasajes de la
novela “Viento de furioso empuje” (a la venta en Amazon, ebook 3,55€), hay lances
que se producen a lo largo de una ruta situada entre Medina Sidonia y Écija,
localidades donde se libraron sendas batallas favorables a los musulmanes. Y amplío:
no pocas de las peripecias más humorísticas de la obra transcurren de un modo itinerante,
hasta el punto de que uno de los personajes más dicharacheros, Policronio, no
vacila en implorar ayuda al dios de los bebedores de vino rancio mientras que,
algo más tarde, un frailecillo con razonable cara de tarugo afirma en su
descargo que él no aclara ciertas dudas porque practica el noble arte de “saber
escuchar”.
Calzada: En su desplazamiento hacia
Toledo, Tariq tuvo la opción de usar un gran tramo de la Vía Augusta (principal
calzada de la época), tomándola a la altura de Lebrija (Nabrissa) e incluso antes, para
luego seguir con cierta comodidad hasta Linares (Ad Aras), donde la calzada se alejaba de la ruta del
musulmán y se dirigía hacia Cartagena (Carthago
Nova o Karthagine Spartaria). Por razones que se
desconocen, Tariq prefirió escoger calzadas secundarias que le llevaron hasta
Toledo.
Condado (condado-civitate):
Se trata del territorio que conocemos como provincia-condado para distinguirlo
de la provincia-ducado. La división territorial visigoda fue básicamente la
misma que la romana, si bien se crearon condados a partir de la autonomía
progresiva de algunas ciudades y su entorno. A su vez fueron desapareciendo las
demarcaciones territoriales romanas denominadas conventos jurídicos. Un ejemplo
de provincia-ducado sería la Bética, que en la época de Augusto comprendía 175
ciudades y estaba dividida en cuatro conventos jurídicos con capitales en
Sevilla, Écija, Córdoba y Cádiz, las cuales pasaron a ser sedes, ya en época
visigoda, de sus respectivos condados, a cuyo frente se situaban un conde, un
juez o un obispo, siempre dependientes del duque de la provincia, que se
instaló primero en Córdoba y más tarde en Sevilla. Los condados, a su vez,
estaban divididos en territorios menores llamados vicus (equivalentes a
comarcas), regidos por un legado que ostentaba el título no hereditario de iudex
vicarius.
Sal: En la época que nos ocupa
(siglo VIII), la sal era un componente esencial en la conservación de los
alimentos. Muchas de las epidemias de la Edad Media se originaron tras una
escasez de sal, de ahí que en las grandes ciudades, como Damasco, existiera un
mercado exclusivo para la venta de sal.
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