VIENTO DE FURIOSO EMPUJE

VIENTO DE FURIOSO EMPUJE
Alegoría de la batalla de Guadalete, julio de 711 - Autor del lienzo: J. M. Espinosa

domingo, 5 de julio de 2020

Párrafos destacados (40)


Al llegar al capítulo XL de “Viento de furioso empuje” (a la venta en Amazon, tapa blanda de 563 páginas en una gran edición por 16,34€ y Kindle por 3,55€, aplicación de muy fácil lectura en lectores de libros o en cualquier tipo de móvil), podremos averiguar el recorrido que utilizó el ejército de Tariq para llegar a la ciudad de Écija, donde se había refugiado el ejército de los vitizanos. Al mismo tiempo, tendremos ocasión de disfrutar de las mil y una peripecias que precisó afrontar Policronio para no salir maltrecho ante tres hombrecillos ataviados con hábitos de fraile.

Capítulo XL. Los frailecillos

     Tariq anunció a su ejército el inicio de la marcha hacia el interior del reino hispano. Ante la decisión de prolongar la aventura se establecieron dos facciones claramente desiguales. De un lado se situaron los partidarios de volver a África, satisfechos con los bienes alcanzados; del otro, mayoritario y ávido —que la codicia jamás sacia su voraz apetito—, se apostaron quienes apetecían un bienestar que presentían ilimitado y que acaso concluiría en opulencia.
     La de Hispania era una tierra como jamás habían soñado. Aun cuando se hablaba de que la llegada coincidía con tiempos de penuria, lo cierto es que se descubría riqueza por doquier. Fuese por las lluvias tardías de primavera, fuese por los incontables arroyos y ríos, los campos permanecían verdes y pródigos, ofreciendo sus frutos de verano a quienes desearan alcanzarlos. Incluso el abundante ganado que los rifeños observaban a su paso, con frecuencia disperso entre los encinares o el mar de olivos, retozaba mansamente o sesteaba tras cada bocado de herbaje.
     Guiados por hombres de confianza, conocedores del territorio y extraídos muchos de ellos de las comunidades judías, el ejército de Tariq, que para entonces sumaba varios miles de voluntarios resueltos a eludir la férrea servidumbre al amo godo o al magnate hispanorromano, comenzó a seguir una vieja calzada[1] que debía llevarles al encuentro con las fuerzas del arzobispo Oppas. Éstas, desalentadas ante las noticias poco favorables, se habían refugiado en la ciudad de Écija, importante villa amurallada a orillas del río Genil. A no mucha distancia de Écija se hallaba Córdoba, población principal de la zona que algunas semanas atrás avitualló al ejército de Rodrigo y que hoy malvivía con lo justo. Así, Écija se había convertido en la llave de Toledo.


[1] Calzada: En su desplazamiento hacia Toledo, Tariq tuvo la opción de usar un gran tramo de la Vía Augusta (principal calzada de la época), tomándola a la altura de Lebrija (Nabrissa) e incluso antes, para luego seguir con cierta comodidad hasta Linares (Ad Aras), donde la calzada se alejaba de la ruta del musulmán y se dirigía hacia Cartagena (Carthago Nova o Karthagine Spartaria). Por razones que se desconocen, Tariq prefirió escoger calzadas secundarias que le llevaron hasta Toledo.

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