Finalizo aquí la
serie de “Párrafos destacados” sobre la novela “Viento de furioso empuje” (Amazon,
tapa blanda y Kindle). Son 49 los capítulos que componen la obra y no quiero
cometer el error de desvelar antes de tiempo un final que, al decir de algunos
lectores, resulta sorprendente y deja con ganas de seguir leyendo. Lo que si
quiero reafirmar es mi agradecimiento a cuantos hayan leído esta serie en
cualquiera de los medios donde se ha ido insertando: blog y redes sociales. Un
saludo cordial.
Capítulo
XLVI. Écija
La
llegada a las proximidades de Écija propició cierta inquietud entre los componentes
de un ejército rifeño que habían ido sumando, durante los días de marcha libres
de acoso hispano, un descomunal volumen de rutina y aburrimiento, estado de
ánimo en el que un guerrero se interesa más en no perder la comodidad del sueño
apacible, así como de los alimentos asegurados, que en la recuperación de
cuantas virtudes y habilidades, sumadas al coraje, conceden nuevas victorias.
Camino
de la tienda del rais, Yunán percibió a través de los numerosos comentarios
oídos al paso, e incluso de alguna pregunta que le fue formulada directamente, que
los guerreros comenzaban a recobrar la tensión y aguardaban las decisiones que
aquella noche se adoptasen, donde se definiría el tipo de estrategia que iba a practicarse ante
unos vitizanos de lo más escaldados por el resultado de la batalla en Sidonia,
tan contrario a los planes de la facción goda, ya que el ejército de Tariq no
solo resultó poco menos que intacto, cuando habían previsto que se desangrase
junto al de Rodrigo, sino que en las últimas jornadas fue sumando miles de
voluntarios entre los disconformes con el proceder de la monarquía visigoda. Se
trataba, pues, de un sentimiento de agravio como consecuencia del maltrato dado
a los judíos, pero también a un buen número de hispanorromanos.
Yunán
se acercó a la tienda de Tariq, cuya dimensión era mucho más reducida que la
usada en Alcázarseguer. El agareno observó que el aposento se hallaba rodeado a
cierta distancia de una nutrida guardia y que no había ninguna otra tienda
cercana desde la que pudiera escucharse cuanto hablasen el jefe islamita y sus
aliados. El dispositivo de seguridad no acostumbraba a ser tan estricto, un
detalle que le confirmó a Yunán que en la reunión se plantearían los pormenores
de la siguiente batalla y que Tariq pretendía, además de proteger a los reunidos,
impedir que algún voluntario hispano de última hora llegase a conocer sus
planes y fueran revelados a los vitizanos de Écija.