Los siguientes párrafos han sido extraídos del capítulo X
Provistos de una escolta reducida que
Abdelaziz creyó apropiada, partieron al amanecer hacia Kairuán. Con las
cabalgaduras al paso, dándoles algún trotecillo ocasional para desentumecerlas,
avanzaron a buen ritmo durante tres jornadas. Mediada la tarde del cuarto día
de marcha, con la ciudad ya a la vista, les salió al paso un escuadrón de
lanceros cuyo jefe reveló que había sido enviado para realzar la entrada de
Abdelaziz y su noble invitado.
Al reemprender la marcha, Yunán miró a su
amigo, le hizo un guiño disimulado y articuló una frase de lo más oportuna:
-No te lo dije, nadie llega a ciertos cargos
descuidando los detalles.
Yunán rió a gusto al ver la expresión del
rostro de su amigo, donde se reflejó un gesto de alivio al que siguió una frase
no menos descriptiva:
-Sí, menos mal que has venido. ¡Vive Dios de
la que me has librado!