Dice Rafael:
En lo
estrictamente literario, la novela, rebosante de acción, engancha desde el
primer momento: la trama es fascinante, el desarrollo de la misma y sus giros
sorprenden e invitan a seguir leyendo, los numerosos personajes, dotados todos
ellos de vida propia, son tremendamente atractivos por la gran cantidad de
matices que aportan, huyendo de tópicos y estereotipos. Los diálogos destacan
por su profundidad, alejada del lugar común, y mueven a la reflexión, mérito y
virtud para nada desdeñables. “Viento de furioso empuje” destila también un
estimable sentido del humor que en ocasiones puede provocar en el lector franca
carcajada. El clímax final es sorprendente e inesperado… Realmente no apetece
dejar de leerla –factor fundamental llegado el momento de valorar una obra
literaria y que “Viento de furioso empuje” cumple sobradamente– y al llegar a
la palabra “fin” (ansiada y temida al mismo tiempo) queda un cierto regusto
amargo al no poder seguir disfrutando de la compañía de Yunán, Witerico y demás
elenco de personajes que confieren su particular sello a la novela.
Gustoso, amigo Pedro, recibo tu homenaje.
ResponderEliminarRecuerdo perfectamente el sábado 15 de enero del pasado año en el que recibí tu novela; recuerdo haber abierto el documento de Word que aun conservo; recuerdo haberme encontrado con un joven árabe recien llegado a Damasco... y recuerdo haber sido atrapado por una obra que me resultaba imposible dejar de leer.
Tres veces desde aquel ya lejano enero he leído "Viento de furioso empuje", y las tres he disfrutado de lo lindo. Y además me homenajeas. Más no se puede pedir.
O tal vez sí. ¿Cuándo vienes a firmar ejemplares por Galicia?
Un abrazo, Pedro.
No dos, como creía, sino tres veces ya leída la novela. Pronto, amigo mío, llegarás a alcanzarme en el número de lecturas de "Viento de furioso empuje" y tal vez estés en mejores condiciones que yo para escribir la segunda parte. Je, je.
EliminarEn cuanto a ir a Galicia, una atrayente tierra que imperdonablemente aún no conozco y que por si misma merece un ilusionado viaje y una estancia prolongada, qué más quisiera yo que ir a firmar libros. Eso sería como la miel sobre las hojuelas.