La imagen representa a un anciano de figura patriarcal, en este caso San Pablo, de Rembrandt |
Párrafos extraídos del capítulo V de "Viento de furioso empuje"
Al fin se escucharon los goznes de una puerta
entreabriéndose, seguidos de pisadas que recorrían la entreplanta. Dos hombres
corpulentos, armados de grandes sables, aparecieron en la balaustrada.
Precedían a escasa distancia a un anciano que desde la tribuna se dirigió a los
dos amigos:
-Soy Josué bar
Rifat. Bienvenidos a mi casa, os aguardaba desde hace años.
Bar Rifat, cuyo
aspecto de mirada distanciada y abundante barba blanca recordaba la imagen de
un patriarca, comenzó a descender con lentitud la escalera para acercarse a
los visitantes, que no dudaron en ponerse en pie de inmediato y mostrarse
impresionados por el aire de sencillez y nobleza del anciano, así como por las
palabras que acababa de pronunciar.
-¿Cómo es posible
que nos aguardes desde hace años, noble anciano? —Preguntó Abdelaziz,
conturbado ante el enigmático comentario.
-Me han dicho que
uno de vosotros es Abdelaziz, ¿eres el hijo del emir Musa?
-¡Dios santo!, me
sorprende que relaciones un nombre tan corriente como el mío con el de mi
padre, que hace varios años que falta de estas tierras.
-No debes sorprenderte,
mi buen Abdelaziz, sé de ti y de tus inquietudes. ¿Quieres presentarme a tu
compañero?
-Se llama Yunán, es hijo
del visir Sufián.
-Seguidme —el
anciano despidió a sus guardianes mediante un gesto, éstos se retiraron unos
pasos y se situaron junto a la entrada principal.
Los visitantes
escoltaron a bar Rifat hacia una puerta situada en el hueco de la escalera. El
acceso les condujo a otra estancia de menor tamaño en la que había un gran
baúl arrimado a una de las paredes y varios almohadones en torno a una mesa
baja, cercanos a la pared opuesta.
-Acomodaros,
hablaremos —invitó el anciano.
-Todavía estoy
extrañado de tus afirmaciones —dijo Abdelaziz—. ¿Puedo preguntarte, noble
anciano, de qué me conoces?
-Te conozco por la
misma razón que os aguardaba desde hace años… —Alegó bar Rifat, que interrumpió
su frase al abrirse la puerta y entrar una bella joven con el rostro descubierto.
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